viernes, 25 de marzo de 2016

El alcohol está detrás de siete de cada diez desintoxicaciones hospitalarias

Las unidades de desintoxicación hospitalarias, conocidas en el mundo sanitario como UDH, son espacios cerrados integrados en hospitales.


Comenzó a beber de adolescente, con 15 años, en botellones que montaba con su pandilla de amigos y amigas. Al cumplir los 21 ya consumía más de diez cubatas al día. Echaba mano del alcohol «para casi todo y no podía hacer vida normal» sin una copa de por medio, resume el especialista en toxicomanías Eduardo Carreño. Este es el perfil de uno de los 30 pacientes que han sido tratados en la unidad de desintoxicación hospitalaria que el Sanatorio Covadonga de Gijón puso en marcha a finales de 2014. En su primer año de existencia, este servicio (el primero de este tipo creado en la sanidad privada) atendió fundamentalmente a personas que necesitaban 'desengancharse' del alcohol. De hecho, siete de cada diez tratamientos respondían a esta forma de adicción. El resto correspondió a cocaína (22%) y opiáceos (8%).
Las unidades de desintoxicación hospitalarias, conocidas en el mundo sanitario como UDH, son espacios cerrados integrados en hospitales. Allí son tratados de su adicción pacientes que desean dejar de consumir drogas y a los cuales no se les puede pautar un tratamiento ambulatorio (en su propio domicilio) debido al riesgo que puede conllevar su situación o porque no existen garantías de que vaya a cumplir con la terapia estipulada. En estos servicios se abordan casos de todo tipo, desde trastornos generados por el uso de heroína, cocaína y cannabis, hasta sedantes, hipnóticos, ansiolíticos y alcohol. Precisamente, los problemas derivados de las bebidas alcohólicas son los que están generando «más demanda, sobre todo en gente joven», detalló Carreño, responsable de la Clínica Asturias.
El paciente más precoz de los tratados en el Sanatorio Covadonga tenía 21 años; el mayor, 69. El perfil sigue respondiendo mayoritariamente a hombres con un largo historial de consumo de sustancias adictivas que se extiende, de media, a unos quince años. Siete de cada diez habían desarrollado un trastorno psiquiátrico por culpa de la adicción y tres de cada diez presentaba una alteración hepática de gravedad relacionada con el consumo de alcohol.
La mayor parte de los pacientes son hombres que llevan consumiendo drogas más de 15 años.

De 6 a 11 días de ingreso
El Sanatorio Covadonga habilitó dos habitaciones para llevar a cabo este tipo de desintoxicaciones hospitalarias. Los pacientes, dependiendo de la gravedad de cada caso, permanecen ingresados entre seis y once días. En este tipo de unidades la desintoxicación es gradual y pautada, lo que evita «que el paciente tenga que pasar por el 'mono', que es uno de los principales miedos a la hora de iniciar un tratamiento de estas características», abundó dicho especialista.
De los 30 pacientes 'desintoxicados', el 98% prosiguió con tratamientos en otros dispositivos. Una vez fuera del hospital, y con el organismo ya libre de drogas, se inicia la segunda fase de la deshabituación. El proceso para 'desengancharse' de forma plena puede requerir de seis meses a un año «como mínimo».
Asturias cuenta en la sanidad pública con dos unidades de desintoxicación, aunque su capacidad para dar cobertura a todos los pacientes que lo requieren es limitada ya que las plazas son escasas (en torno a ocho). Una está en Oviedo, en el Hospital Monte Naranco, a donde fue enviada una vez que el HUCA se trasladó a La Cadellada. La otra funciona en el Hospital de Cabueñes, en el servicio de Medicina Interna. La de Gijón también sufrió recortes al pasar de Jove, donde tenía cuatro habitaciones, a Cabueñes, con dos. En la actualidad, la lista de espera para iniciar un tratamiento de desintoxicación hospitalaria en el Sespa es de unos cuatro meses. En 2014, ambos servicios llevaron a cabo 212 desintoxicaciones.
Noticia publicada en elcomercio.es

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